jueves, 21 de abril de 2016

De postureo español, ropa, fechites y calzones


Me trae de cabeza esa simbiosis que se ha establecido entre el postureo español y la venta de ropa a través de internet. No sin asombro contemplo cómo las clases bajas y medias se dedican a agenciarse todo tipo de trapos por la web. Que si los pantalones que se gasta Cristiano, que si la falda que llevaba la del “Príncipe”, que si mi nene va a ir a tope con esta camiseta que luce Justin Bieber en tal videoclip... Vamos, que estamos onnubilados con la pose y la tontería que, como dice mi abuela, es gratis y cada uno coge la que quiere.


No hay que olvidarse de las imitaciones de las marcas comerciales de lujo que, además de sustentar una intrincada red de explotación de menores, mafias y otros sinsabores de los países en vías de desarrollo (¡Qué pena!), dan alas a la imaginación de todos los arribistas de occidente que con tanto ego lucen sus mejores galas (pelucos incluidos) en bodas, bautizos y comuniones. Así pasa que al final la gente de pro, burgueses y aristocracia, optan por pobre y sencillo atuendo, no sea que los confundan con quincalla...


Además de los dramas sociales, también tenemos los personales. Están tan atestados los cajones que no sabemos qué hacer con tanto fondo de armario (más todavía si, como a un servidor, te da pena tirar la ropa empercudida y andrajosa: el clásico nostálgico...). Qué gracioso es el no dar a basto para colgarse todo lo adquirido, desbordarse... Y lo mejor llega luego, cuando te encuentras en la oscuridad de algún bar, haciendo el tentesieso con auténticos árboles de navidad nocturnos, copa en mano.


No obstante, ya saben que a uno le gusta la liberalización de los mercados (a pesar de los podemitas que se pirran por vaqueros de Tomás Hilfiger o tacones de Manolo Vlanik) y entiende que, cada uno pueda invertir el sueldo en sus propios fetichismos que, bien canalizados, le pueden proporcionar más de una satisfacción. Fíjense, yo me vuelvo loco con el calzado hasta el punto de practicar el psicoanálisis a través de ellos, y a otros, como los protagonistas de Los calzoncillos del oso blanco un gracioso libro para primeros lectores de Tupera Tupera (sobrenombre bajo el que se esconden los ilustradores japoneses Tatsuya Kameyama y Atsuko Nakagawa) y editado por la editorial valenciana Andana, les da por la ropa interior... Ya saben que bragas, calzones y sujetadores se han diversificado a pasos agigantados para estar acordes a todos los pareceres y paladares, así que no pierdan el tiempo: acudan a una mercería (de las antiguas, sí señor) y adquieran los que más convengan a su personalidad.


2 comentarios:

C de cuentos dijo...

Me encanta que coincidamos en varias cosas: una la obsesión por el calzado y otra la elección de Zaz . Moi aussi je veux crever la main sur le coeur. Des gros bisoux!

Román Belmonte dijo...

Conocí a Zaz en Split, hace unos cuantos años. Aunque ahora le da al petardeo junto al Pablo Alborán, no está de más escuchar su primer sonido. Lo de los zapatos es peligroso, tenemos que mirárnoslo. ¡Un abrazo!